Un guante en la nieve
La primera vez que escuché aquella voz fue un atardecer de invierno.
Había subido la cuesta del cementerio del pueblo, que estaba cubierta por una fina capa de nieve. Faltaban pocos días para que terminaran las vacaciones de Navidad y me sentía hastiado de las reuniones familiares. En el camino no me había encontrado ni un alma, sólo las huellas de las aves que ahora graznaban en el cielo crepuscular.
Sabía que el camposanto estaba cerrado a aquella hora, pero me gustaba la vista privilegiada sobre el Mediterráneo. Teià es un pueblo colgado en una montaña frente al mar. Sin embargo, al estar ligeramente hundido, el «gran azul» no se ve a no ser que busques un promontorio, como el del cementerio.
Apoyado en una de las tapias, me entretuve siguiendo con la mirada un barco lejano cuando aquello surgió…. El corazón se me disparó al oír el canto. Era una voz extremadamente fina, como de cristal. Y provenía del otro lado de los muros.
Sin salir de mi asombro, agucé el oído para escuchar aquella melodía fúnebre. Efectivamente, la voz de niña surgía del cementerio cerrado. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral mientras trataba de descifrar el canto:
Sun was hiding into the clouds
Black birds flew over the graveyard
I was feeling half dead inside
Without knowing you were half alive[1]
[1] El sol se escondía entre las nubes / Negras aves volaban sobre el camposanto / Me sentía medio muerta por dentro / Sin saber que tú estabas medio vivo. |